viernes, 26 de diciembre de 2008

LA VIRGEN NEGRA

LA VIRGEN NEGRA
Una lectura existencialista al poemario del Poeta Johnny Barbieri

Por: Ronald Castillo Florian

Para una virgen negra busco cien acres de luz /Altares con zarzas y rosas fosforescentes En medio de un invierno que se balancea con el viento Busco un mausoleo con un jardín de mármol y sobre ella Una mano de cal omnipotente creando El mundo.Johnny Barbieri, poeta peruano (Lima, 1966) de trayectoria ilustre y prolífica tiene publicado siete libros de magnífica poesía que cautivan y desgranan la realidad tornándola enigmática y de inmensurable vigencia. La virgen negra es un poemario publicado en el año 2003 bajo las ediciones de Noble Katerba al cual pertenece siendo, también, un digno representante del mismo.Conocí a Johnny a través de sus poemarios, tales como Branda y la Mesón de los pandos (1993), el libro azul (1996), Maka (1999), jugando a ser Dios (2000), carne de mi carne (2002), el libro hindú (2005) y en un taller de poesía que organizó nuestro amigo y colega el poeta Leoncio Luque en el distrito de San Luis en Lima, Perú.He leído el poemario con mucho detenimiento y misticismo, no puedo negar que los simbolismos y metáforas son ápices importantes en el corpus del poema, al mismo tiempo que se va sintiendo un aire de posesión mortífera combinada con una esperanza venidera que no se sabe cómo pero que tendrá su realización en el momento adecuado.El poemario comienza haciendo una descripción del lugar y la forma que se encuentra la virgen negra, hay una virgen negra en la página veintitrés de un libro de defunción, con cabellos que despliegan albas de orfebrería,/alumbrada con teas de alambres oxidados, que al día siguiente le irán a poner rosas y a prender inciensos, y tú estarás en la página acostumbrada/ con una luz alumbrando tu muerte; siendo una descripción fatalista para una "entidad" que debe, a primera intención, ser cubierta de gloria y esplendor, en este caso el poeta quiere referenciarnos la descripción correcta de la virgen a la cual va rindiendo tributo a lo largo del poemario.Este es un poemario de fuerte contenido existencial, de exaltación y asombro, de dudas y deseos, de apocalipsis y devastaciones, pero que se va conjugando con esperanzas y gozos, con génesis y realización. Antagónicos, surrealistas, cielo/infierno que alumbran opacando la mirada; en resumen, realidad discernida y sopesada para entender la vida que se va volviendo compleja desde el momento que la ponemos en nuestra espalda y empezamos llevarla sintiendo el hastío del peso preguntándonos del por qué de esa carga.También, aparece la figura de Eleanor (representando a la humanidad) a quien se le alienta a crecer, a seguir mirando al mundo por su ventana, a comprar colores para su piel, a comprar paisajes con puerta al jardín y sobre todo a luchar por los que la aman, huye hasta perderte/ y jamás vuelvas la vista hacia atrás.Las bancas de los parques estaban cargadas de viejas cicatrices de recuerdos que jamás podrán ser borrados, buenos o malos, testigos de nuestra existencia, que nos acompañan hasta el final y después de éste, experiencias vividas, tal vez no deseadas pero que son los derroteros de nuestro yo ante los demás, por eso que algunos sueños aún no realizados, pero que se tienen en mente, son a veces de difícil concretización llegando a pensar que caminamos sin dirección el ir a no sé donde con los muñones de una utopía en la mano, muchas veces nos alejamos, huimos, nos exiliamos para no ser testigos ni del tiempo, ni del contexto que nos envuelve, hacemos lo posible por ocultar nuestra realidad, ya que un sin fin de dudas nos va carcomiendo la razón, nos sentimos solos y abandonados antes tal situación, por ello el deseo de envejecer en un rincón cualquiera/ a solas/ y morir de un vez para que todos te olviden. Y los testigos?, siempre hay testigos, nunca falta alguien que te observa, por más oculto que quieras hacer algo, por más sigiloso, por más escueto y lacónico que intentes tu despedida, siempre hay alguien o algo que te observa, no se puede negar que la verdad siempre sale a la luz, ya que ese espía está ahí, a tu lado, junto a ti, cuando sales en la noche un ojo tirado en el suelo te ve pasar y se encarga de informar de tu proceder, ¿soledad? ¿Reclamas soledad? Donde se huya ahí estará el testigo anónimo para informar lo que hacemos, es que este mundo es así, lo oculto siempre sale, por ello los días que pensaste salir corriendo no son más tuyos los jueves están rotos son de otros también, se fascinan ante tu desdicha, hacen alarde de tu caída, qué nos espera, sólo avanzar y seguir así nos estén vigilando, total, sólo ven, por ello la recomendación del poeta: hacer todo ello que satura un simple material de extinción inmediata la noche de papel con cráneos de papel/ Con ventosas de papel y esta vida de papel/ Para hacerlas pedacitos. Justamente ese papel deshecho que no es más que materia inservible se vuelve muchas veces mortaja de un ser que pasó al olvido y que unos cuantos extrañarán la vida en el suelo yacía cubierta con periódicos, cuando nos sentamos a recordar ese ayer que no pasó, sintiendo en el corazón los oleajes de la vida logramos divisar centurias de animalidad en el mundo que nos hacen sensibles adormecidos y es donde nos percatamos que sólo existen visiones de un barco sin rumbo sangrando sobre el mar y que estamos, queramos o no sentados sobre este vacío ubicuo que ahora nos circunda.Las veces que intentamos escapar de nuestra realidad lo hacemos siguiendo nuestra propia huella ya que éstas nos indican donde estuvo el error y el acierto, es en ella donde corregiremos los desatinos cometidos cuántas veces te he seguido para marcharme de ti por que esa es la única forma de huir, el error no sólo conduce al error sino también a lo correcto porque en nuestra conciencia alguien nos dice que en torno a ti el mundo da vueltas por siempre.Siempre que luchamos contra ese algo, ser inerte, sin vida, lo hacemos de manera silenciosa, pausada, sufriendo y gozándonos de aquello, pues no permitimos que ese sufrimiento sea ventilado o expuesto al sol, es sólo nuestro, sólo de su autor, pero cuando aquel mortífero sentimiento es sublimado hacia alguien, cuando es "culpa" del otro, es ahí donde el yo que se reconoce en el tú da un giro total involucrando a su semejante sintiendo que la causa no es el que yo esté aquí sino que tú también los estés y que te marches sin decirme nada, ese contacto con la muerte que te permite verle a la cara y hacerle frente en una batalla que desde antes ya se ha perdido hace sólo gritar al olvido que te habían crecido alas/ alas de ninfas para marcharte y nunca más volver/ sólo quedé yo/ excavando veinte años/ Para olvidarte y no sé si aún lo he logrado porque la vi abrir un agujero en la noche/ y meterse hasta no dejarse ver más. Pero los recuerdos no muchas veces son buenas compañías, nunca hacen bien, jamás forman parte del ritual sublime de la vida, los recuerdos nos pueden matar y hacernos llorar sin respetar horarios, éstos se presentan de súbito, nos hipnotizan y alejan de la realidad el incienso ahuma el cuarto donde sólo quedan/ Los fósiles de una sopa de sémola/ Abandonada hace siglos esperando por ti; el poeta sorprende con esta imagen porque hace una genial construcción humana gastronómica como base de recuerdo y fuente de inspiración en procura del que partió pero que nunca volverá cuando cierro los ojos y no estás/ no está el mundo/ y no existo yo y no existe nada a mi alrededor sintiendo esas irremediable voluntad de salir corriendo, de no hacer frente a tanto sufrimiento, de escapar de las huestes transgresoras, impías y desdichadas que sorprenden en cada reminiscencia y en cada retórica hecha a su favor voy a esconderme del mundo/ Huir donde el dolor tenga menos puñales y cuando no haya más salida, ni cielo donde ocultarte, ni rincón, ni árbol donde colgarte: Yo excavo para huir.Eleanor sal de tu escondite/ Manda al diablo tu muerte es el grito universal de toda la humanidad, mandemos al diablo a la muerte y que no sea esa piedra que estorba al andar, y si es así de inevitable que no sea dolorosa, aunque la peculiaridad de la muerte es eso, dolor al que la padece y dolor a quien lo presencia, tus ojos permanecen aún pintados en un papel/ sobre un rincón hecho de olvidos que siempre recuerdo y un alud de terror se levantaba ante mis ojos/ la planicie de vacíos se esparcía por todos los rincones aprisionándome fuertemente en el silencio de tu grito que cada vez que suelo recordarte el dolor de estar cerca y lejos de tu presencia hace que me duela y goce sintiendo menos de ti, parece decirnos el poeta.Johnny Barbieri es un poeta de los noventa que comenzó a marcar hito en el mundo de la poesía, a pesar de su gesta afable de bellos poemarios no es muy difundido por menesteres propios de grupos poéticos que suelen atinarse como lo mejor en producción literaria o que cuentan con un caudal de "manager" dispuesto a sacar el ojo con tal de ver a otros y no al mejor sobresalir. Leer a Barbieri es descubrir no sólo el pensamiento de los jóvenes de su tiempo, sino de ir en búsqueda de caminos hacía una realización insondable de la vida, la Virgen negra, Eleanor, y todo lo sangriento, mortífero, esperanzador, gozoso nace en un poemario que merece ser leído con mucha atención para ir descubriendo, al igual que los evangelios, nuevos significados cada día. No sólo me he quedado absorto ante los poemas, sino también exhortado a procurar un cambio aunque utópico a la vida que me precede, agradezco a Johnny y pido disculpas por haberme atrevido de interpretar de esta manera insulsa su poemario que dependiendo la visión de lectura que se tenga reluce nuevos brillos cada vez que se retorna a él, De la sierra central del Perú quedó petrificado/ Yo la vi morir/ Yo morí con ella.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Antes que la noble katerba se juntase: Una prehistoria de los 90

Poesía Limeña de los noventa
Antes que la noble katerba se juntase: Una prehistoria de los 90

Por: Manuel Cadenas Mujica

El siguiente no es un tratado de crítica literaria ni una pieza histórica. Es sólo una memoria a jirones que intento remendar luego de encontrar varias lecturas despistadas en algunas páginas web y libros, en los que se afirma muchas cosas sobre los poetas villarrealinos de la generación de los 90, que nos uniríamos a principios de la década pasada en el colectivo Noble Katerba. Seguramente no es del todo rigurosa en fechas y eventos, y habrá de ser mejorada por neuronas más frescas, pero creo que puede ofrecer un panorama general de la gestación de esta movida poética, a fines de los años 80, marcando singularidades. Es, además, un tributo a los amigos, vivos y muertos, con quienes compartimos esos días intensos.
Nosotros mismos quedamos asombrados de semejante cosecha: éramos alrededor de catorce los que pretendíamos escribir poesía en una misma aula en la Villarreal, en una misma promoción, “cachimbitos” no más. Se iba 1986.


Tratamos de darle alguna explicación a ese fenómeno. La que teníamos más a mano era que aquel año, con lo del inicio del gobierno aprista y la cancelación del examen de admisión de 1985 por presuntas irregularidades, se habían cuidado de que no quedase indicio alguno de la consabida “moña” para el ingreso de estudiantes. De esa manera se les habían colado catorce poetas que no tenían nada de “compañeros”, algunos francamente “rábanos”, como les decían los de la estrella.


En ese momento creímos ser catorce, creo, pero más tarde entenderíamos que a los apristas se les fue la mano con muchos más, para su mala suerte.


No puedo acordarme de los nombres de todos, pero estaban quienes serían más tarde la columna del movimiento poético de finales de los ochenta (o generación de los noventa, según el gusto) en la Villarreal y fuera de ella: Johnny Barbieri, Leoncio Luque, Alan Morales, Rodrigo Manrique, otros menos conocidos como Valentín Parco, José Gamboa, Wilber Barreto, Jesús Reynalte, José Manuel Marticorena…


A finales de ese año, la situación política se endureció en la Villarreal. A una dirigencia estudiantil moderada en la Facultad de Educación, integrada por apristas con cierta formación política, le sucedió paulatinamente una horda delincuencial bautizada como “Los Chunchos” a raíz de cierto incidente nocturno. Su diferencia con la bufalería tradicional era que en su caso no tenía fines propiamente políticos. Su misión era simplemente custodiar al decano de esa facultad, quien se haría luego rector de la universidad y “capo” del tráfico de ingresos, Hugo Vera Fabián.


“Los Chunchos”, reclutados para la especialidad de Educación Física nada menos, corpúleos y brutales, se encargarían de aniquilar las pocas expresiones de vida cultural que tenía la universidad a nuestro ingreso, que consistían apenas en algunos conciertos de rock subterráneo (donde conocí a José Calderón, “Peperina”, de Sociología, con quien pusimos sountrack de Sui Generis y toda la onda argentina a la movida poética) e invitaciones a algunos visitantes al CICLA, a lo mucho.


Creo que es necesario conocer este contexto en la Villarreal para poder entender lo que se gestaría a nivel literario. De alguna manera, que no conseguíamos entender aún del todo, los poetas de la Villarreal de esa generación vivimos en carne propia lo que se experimentaba en todo el país desde la aparición de Sendero Luminoso. Nos encontrábamos entre dos fuegos: el oficial, representado allí por el aprismo más recalcitrante en todos los estamentos universitarios (que tendría su correlato a nivel nacional en el comando Rodrigo Franco); y el del terror, que no veía con buenos ojos que a pesar de ser testigos de excepción de la debacle moral y política del Estado peruano en manos de la clase política tradicional, no nos adscribiéramos a su doctrina ni a su actividad.


La atmósfera de terror oficial que se vivía dentro del claustro universitario era irrespirable. Todo aquello que no tuviera el sello de la estrella aprista era visto con desconfianza, recelo y animadversión. No había lugar para terceras vías. O eras compañero o eras rábano, “tuco”, “terruco”. Tenías que definirte y para ello las hordas chunchas solían entrar a los salones para establecer vínculos y adhesiones, a las buenas o a las malas.


Con nuestra promoción, eso no fue posible. La cepa de 1986 había sido descuidada en el afán inicial de las autoridades villarrealinas por aparecer “honestas” ante la opinión pública, escobita nueva. El tiro por la culata. Al mejor cazador se le escapó la liebre y así se gestó una generación (uso el término sin ningún tecnicismo) rebelde, en la que los poetas tuvieron un papel protagónico. Esto fue tan claro que en las promociones siguientes (1987 en adelante, hasta la intervención fujimorista), en las que sí se tuvo un estricto control a la hora del ingreso, hubo sólo algunos estudiantes que se enrolarían en las filas de la literatura, entre ellos Nelson Ricardo Ramírez Vásquez-Caicedo y Carlos García.


Los demás, fueron seducidos por los ofrecimientos chunchos favoritos: trago, diversión, aprobación de cursos con facilidad, puestos y cargos estudiantiles, cachuelos bien pagados en los exámenes de admisión (ingresos fraudulentos de “clientes” gracias a los cupos que entregaba el rectorado a cada facultad); y, al egresar, un puesto fijo como jefe de prácticas. La corrupción del país reproducida en pequeño, así lo entendimos en todo momento.


En medio de esa situación adversa, de esa guerra sucia, los poetas asumimos la conducción de la vida cultural de la universidad de manera clandestina y sin apoyo de ninguna clase, salvo el “apoyo moral” de profesores como Jorge Runciman y Eliseo Reátegui, que por demás nunca pudo traducirse más que en algunas frases de aliento y advertencias de cuando estábamos en peligro.


Universidad sin tradición literaria, sin actividad cultural establecida, dominada por una práctica política neofascista, una cátedra mediocre y a la defensiva con todo el país, puede entenderse lo penoso que fue llevar adelante cualquier tipo de iniciativa, actividades o publicaciones. Pero igual lo hicimos. En 1987, varios poetas se unieron para publicar la primera revista de nuestra generación: Estro. La editaba el Círculo Literario Neo Babel, liderado por Barbieri y Luque, entre otros.


Para los que han afirmado con mucha ligereza que la generación del 90 no hizo más que copiar a Hora Zero con el asunto de agruparse, es necesario aclarar que ese aparente gregarismo tuvo una explicación y justificación plena en la época y circunstancias que nos tocó vivir. Era unirse o perecer en una realidad aplastante, asfixiante. Pero, desde un primer momento, fue claro que no se trataba de una propuesta poética colectiva, que se evidenciara en los textos, sino de la unión de lo diverso para la supervivencia y la acción conjunta.


Las tendencias se manifestaron prontamente y de manera natural, sin que significasen necesariamente enfrentamientos o rivalidades. Neo Babel agrupó a poetas de extracción provinciana y aspiraciones sociológicas más definidas. A fines de 1987 nació la contraparte, Estigma, con Alan Morales, Rodrigo Manrique y quien escribe. Los tres limeños y atrapados por poéticas como la de César Moro.


Es curioso que en la mayor parte de textos en los que se alude a quienes después seríamos Noble Katerba se insista en la referencia a Hora Zero y a la supuesta influencia que tuvo en nuestra creación. Hay quienes, incluso, nos han llamado simple apéndice de ese movimiento. A eso tendríamos que responder, porque quien calla otorga, primero con la posición que siempre tuvimos: ser ajenos a cualquier tipo de parricidio literario. Para nosotros Hora Zero fue un referente actitudinal por tratarse de un movimiento nacido en condiciones muy parecidas a las nuestras, aunque en nuestro caso sin el ingrediente ideológico. Pero no fue un referente literario de primer orden.


Ni los integrantes de Neo Babel ni de Estigma, salvo Rodrigo Manrique, estuvimos empapados de la poética horazeriana, salvo uno que otro texto de Verástegui o Pimentel. Más bien, nuestras preferencias en cuanto a la lectura de poesía peruana apuntaban claramente a la poética de los 50 y de los 60, y a los insulares de las décadas anteriores, como Oquendo de Amat, Moro, Westphalen, Sologuren, Salazar Bondy, Xavier Abril, Manuel Moreno Jimeno, Juan Ríos, Martín Adán o Eielson.


Circulaban entre nosotros con tráfico de hora punta las ediciones de una antología completa de Scorza, otra de Juan Gonzalo Rosé que Alan Morales nunca me devolvió, los Cinco metros de poemas, colecciones de los sonetos publicados por Martín Adán en La República, la antología completa de Javier Heraud, versos de César Calvo, Hernández, Romualdo y otras lecturas que, como la poética de Horacio, la narrativa kafkiana, cortazariana o de Gabo, poco o nada tienen que ver con la poética de los 70. El único libro de esa generación que, al menos en Estigma, fue deglutido con fruición, fue Finibus terrae, de Jorge Nájar, que había ganado el premio COPE en aquellos años.


Veamos más puntualmente este asunto. Luis Fernando Chueca, quien ha insistido en la cercanía de Noble Katerba con Hora Zero, afirma lo siguiente:




“Los poetas que surgieron en los 70 quisieron llevar a su máxima expresión estos nuevos hallazgos de la poesía, pero tratando de desconocer su existencia previa a ellos (sólo reconocían en la poesía peruana a César Vallejo y a Javier Heraud). Ellos eran, según ellos mismos, los representantes de la nueva poesía peruana; considerándose a sí mismos la "nueva vanguardia" de la poesía se creyeron los fundadores de la poesía nacional.


La mayoría de los poetas importantes de este tiempo fueron parte de un grupo poético y de connotaciones políticas (con un discurso radical de izquierda) llamado Hora Zero; entre ellos destacan Jorge Pimentel, Juan Ramirez Ruiz y Enrique Verástegui. Este grupo llevó la "voz cantante" en la poesía de los años 70.


Otros poetas no pertenecieron a Hora Zero, pero compartieron muchas de sus propuestas; mencionaremos a José Rosas Ribeyro y Tulio Mora.


Otros, finalmente, estuvieron un poco más alejados, aunque coincidieron en algunos puntos con Hora Zero; entre estos últimos José Watanabe, Patrik Rosas y Abelardo Sánchez León son los más importantes.


Los poetas del 70 fueron en su mayoría provincianos; esto posibilitó que surgieran filiales de Hora Zero en muchos lugares del país, lo que hacia parecer al grupo como un movimiento nacional, poético y político.


El contexto socio-politico de la Poesía del 70 fue el gobierno de Velasco. La dictadura militar se había iniciado en 1968, y tenia como propuesta una "democratización social", "ni capitalista ni comunista" del Perú. La reforma agraria, el surgimiento de Empresas de Propiedad Social, la participación popular conducida desde el gobierno, la "oficialización" del quechua, la nacionalización del petróleo y el manejo del discurso de la izquierda, entre otras cosas -algunas logradas y muchas no muy bien diseñadas o aplicadas- significaron, entre otras cosas el fin de la oligarquía nacional.


Hora Zero quiso captar poéticamente los cambios que estaban ocurriendo. Entre las características más saltantes de su propuesta poética (que fue la principal de los 70) están:


1.- Tomar como escenario principal las calles de la ciudad, calles desordenadas, caóticas, pero fascinantes.
2.- Sostenían que todo lo que existe es factible de ser poetizado a partir de la experiencia y la vivencia del poeta.


3.- La escritura debía dejar de ser un oficio profesional para poder realizarse por cualquiera que sintiera intensamente.


4.- Lo anterior implica un cierto descuido en la escritura. Se hace del "escribir bien" un defecto, y se desarrolla una estética "de lo feo", lo desagradable, lo cacofónico (lo que suena mal), que es la que mejor podía expresar -según ellos- a la ciudad y al país de ese momento.”




Una lectura cuidadosa de los textos publicados por los poetas villarrealinos de finales de los 80, tanto en libros como en revistas y antologías, así como de otros documentos de la época, revelará inmediatamente que no existe tal identidad ni continuidad. Los poetas de los 90 de Villarreal, como he dicho, no fuimos parricidas ni desconocimos la tradición literaria peruana contemporánea. Todo lo contrario: la asumimos (incluido Hora Zero) y preservamos.


Como hemos observado ya, tampoco el ingrediente político ha sido una nota destacada en nuestra generación, que no estuvo ideologizada en el sentido doctrinalmente distintivo de los 70. De esa manera, ninguno de nosotros se sintió portavoz de la marginalidad nacional ni obrero de la palabra para la revolución. La nota coloquial ha sido apenas un pincelazo que se puede encontrar con mayor nitidez, a lo mejor, en los trabajos de Roxana Crisólogo o Gonzalo Málaga, pero en no muchos más. La urbe fue nuestro escenario natural, no forzado, a pesar de lo cual no se poetiza mucho sobre ella o sus personajes en el tono narrativo de los horazerianos.


La escritura, lejos de ser descuidada, se tornó para nosotros en una herramienta que se labra a sí misma. La estética de lo feo o desagradable, a la que alude Chueca, está ausente de la poesía de los 90 en Villarreal. Más bien, se pueden encontrar ecos expresivos de gran musicalidad verbal: Moro, Westphalen, Oquendo de Amat, Martín Adán (Morales, Segura, Cadenas, Barbieri), Vallejo (Luque, Barbieri), Heraud (Cadenas, Manrique, Crisólogo), Calvo (Morales, Cadenas), entre otros.


Sobre el aspecto ideológico que prometí retomar, es necesario apuntar algunos comentarios. En conversaciones que hemos sostenido con Alan Morales, Roxana Crisólogo, Leoncio Luque, Barbieri, Iván Segura y otros más, ha sido notorio que nuestra generación poseyó una característica que, por sí misma, configura una diferencia notable con respecto a las generaciones anteriores y posteriores, y que nos singulariza. Pero no sé bien si este carácter fue compartido con otros poetas y movimientos de la época, de otras universidades (Neón en San Marcos, Vanaguardia en Católica).


Se ha dicho que no teníamos definición o simpatía ideológica, pero no es cierto. Formados en la Educación Básica Regular del velasquismo, Día de la Dignidad Nacional, nueva trova cubana y rock en español como soundtrack vital (sin demérito de otros géneros como la salsa neoyorquina de los 60 y 70, contestataria como se sabe), hijos de la generación que creyó en la revolución y que amó al Che y a Fidel y otras iconografías del socialismo latinoamericano, fue inevitable que en nuestra percepción social hubiera una raigambre socialista. Pero, a diferencia de quienes nos antecedieron en la palabra, algo se había quebrado en nosotros después del fracaso del sandinismo en Nicaragua, el desquicio fanático del senderismo y la amarga experiencia del gobierno aprista. Y ese algo nos llevó temprano a rechazar todo corsé ideológico, a huir como de la peste de todo compromiso partidario.


Sabíamos que esa no era la justicia social por la que miles de peruanos y latinoamericanos habían dado su vida y sus sueños. Antes que se hablase de “generación X” y de “fin de las ideologías”, en nosotros había brotado el descreimiento, que más tarde desembocaría en algunos casos en el activismo por los derechos humanos como alternativa o, en el anarquismo, el nihilismo o teología.


Hecha esta explicación, sobre la que habría que abundar en muchos más detalles, vuelvo al momento en que Estigma publica La Cresta del Murelio (1988). Esta plaqueta, que sólo vería la luz una vez, contenía poemas de los tres citados miembros de Estigma y de María Elena Villanueva. Por primera vez en la Villarreal se publicaba en impresión offset y composición digital (realizada subrepticiamente en los talleres de La República por un vecino mío, diagramador) y no en estencil, como ocurrió con Estro, incluso.


La aparición de estas publicaciones trajo como consecuencia la realización de diversos recitales y conversatorios literarios, francamente heroicos, ante el acecho permanente de “los chunchos”, dispuestos a darnos no sólo de cachiporrazos y puntapiés, sino también de balazos, como ocurrió en muchas ocasiones. Para ellos, se trataba simplemente de acciones provocadoras y cuando nos dimos cuenta del poder de estas convocatorias, las multiplicamos al punto de exasperarlos, pues en ellas no teníamos pelos en la lengua para con la situación política del país y la universidad. Eso trajo como consecuencia una serie de amenazas que fueron cumpliéndose hasta el punto de recibir brutales agresiones físicas apañadas por los profesores y autoridades universitarias (contra la que hicimos una célebre marcha estudiantil, para sorpresa de los apristas), además del hostigamiento académico e incluso robo y destrucción de documentos y notas de los archivos de la universidad. Todos estos ataques tenían como único propósito callarnos y/o hacernos emigrar a otra universidad, cosa que no hicimos, a diferencia de los miembros de Hora Zero que estudiaron en Villarreal.


A finales del 88, principios del 89, cuando la presión era más fuerte, Neo Babel y Estigma descubrieron en la universidad otros trabajos poéticos y literarios que se habían estado gestando paralelamente y bajo las mismas condiciones de clandestinidad. Uno de ellos, Mural, provenía de la facultad de Derecho y estaba integrado por Roxana Crisólogo, Gonzalo Málaga, Iván Segura, Milagros Lazo, Teddy Panitz, Armando Agüero y Raquel Álvarez. La empatía fue inmediata y comenzamos a caminar juntos en la universidad, así como a abrirnos paso en otros escenarios universitarios, gracias a invitaciones y conversaciones con integrantes de Neón y Vanaguardia, entre otros.


No puedo olvidar referirme a Pedro Perales. Estudiante de un par de promociones antes que la nuestra, había participado con el poeta Juan Felipe Flores en la conformación de VoeMía, pero después pasó a integrar el único proyecto “cultural” que tuvo el “chunchismo” aprista: la revista Sirka, del círculo cultural del mismo nombre. Sirka aglutinaba una serie de artículos pretenciosos pero ingenuos sobre crítica literaria, muy al gusto de los profesores de la especialidad de Literatura y Filosofía. La revista sirvió de plataforma hacia la docencia universitaria a un grupo de estudiantes que no tuvieron jamás entre sus defectos el menor signo de rebeldía ante la mediocridad imperante en Villarreal. Pedro, desde luego, no era de esa calaña y por eso fue maltratado y expectorado. Desde entonces, encontró mayor afinidad con nosotros.


El intercambio poético interuniversitario empezó a ser más fluido por entonces, a principios de 1989. Venían a la Villarreal e íbamos a San Marcos y Católica. Recuerdo bien un recital que terminó a dinamitazos en San Marcos y del cual escribe en algún lado de la web Miguel Ildefonso. También empezaron los contactos con la gente de la de Lima (del taller de Eduardo Rada, donde conocimos a Erica Ghersi, Martín Rodríguez Gaona, Paolo de Lima, Beto Ortiz), entre otros, y de Cantuta, principalmente con Ildefonso, que entabló gran amistad con todos. De San Marcos, Carlos Oliva y el inefable Leo Zelada (Rubén Grajeda, alias El Principito).


Los recitales se sucedían uno tras otro, semana a semana, en todas las universidades. Un momento de gran efervescencia y ganas de difundir los trabajos poéticos de cada quien. Recuerdo el Peruano Soviético abarrotado (pocos años más tarde llenaríamos también el Paraninfo de la Villarreal con un recital maratónico en el que estuvieron todos los horazerianos y los de Kloaca, hubo tanto poeta leyendo que a pesar de las cinco horas no concluía el recital).


No se trataba de un poserismo, insisto, ni una necesidad de emular a nadie, ni en Villarreal ni en otras universidades. Fue más bien un movimiento análogo y contemporáneo al del rock subterráneo en Lima, que surgió de la necesidad expresiva en un contexto social, política y económicamente asfixiante, en medio de la crisis más profunda que haya atravesado el Perú en su existencia republicana, sumida en la violencia, la guerra sucia, el terror, las masacres, la ineptitud política, la corrupción, la inflación, el desempleo. Salir a las calles sin saber si se regresaría. Mientras en Lima se bailaba a pesar de los apagones, en el interior del país comunidades y pueblos enteros arrasados por Sendero y por las Fuerzas Armadas. Los diarios exacerbando los odios. La televisión bañada en sangre. Las colas para los alimentos básicos. El inti desplomado. La soplonería infiltrada en cada esquina, cada bar, cada salón. Amigos del teatro y de la poesía asesinados o encarcelados.


¿Una generación desesperada, cómo no iba a buscar desesperadamente plataformas de expresión? Este es un hecho sobre el que no se ha reflexionado del todo.


La referencia al movimiento subterráneo es inevitable. En mi caso, tocaba en una banda de rock del Rímac que se llamaba Flagelo, que estuvo en toda la movida junto a grupos como Leuzemia, Zcuela Cerrada, Narcosis, Temporal y otros. El elemento musical fue clave para la convergencia de diferentes inquietudes artísticas. Miguel Blásica, en un momento bajista de Flagelo y luego de otro grupo llamado Masoko Tanga, fue uno de los que cayeron en prisión, acusado falsamente de terrorismo por su actividad teatral (luego salió absuelto).


Con Manuel Valencia, guitarrista de Flagelo, emprendimos en 1988 la edición de la revista de arte Neo Arts, junto a Alan Morales y al desaparecido actor Héctor Manrique (“Chamochumbi”). Héctor nos introdujo en el mundo del teatro de vanguardia, recuerdo el montaje de El asesinato de X que hizo en el Cocolido (hoy La Tarumba), de Aurora Colina.


La interacción con otras artes se hizo muy intensa. Valencia ingresó a la plana de redacción del diario Hoy y luego a Página Libre, donde me invitó a hacer algunas colaboraciones. Ahí conocimos a Guillermo Thorndike, a los poetas de los 70 y 80: Jorge Pimentel, Julio Polar, Jorge Eslava, Enrique Sánchez Hernani, Eloy Jáuregui, Domingo de Ramos; a la prodigiosa y legendaria cámara del “Chino” Domínguez, la de su hijo y la de Sengo Pérez. La vía mediática quedaba inaugurada y en ella nos embarcaríamos luego Alan Morales y yo.


Pero mientras ampliábamos así nuestro horizonte, de las largas caminatas de conversación en ese centro de Lima caótico y decadente que fue el de finales de los ochenta, brotó nadie sabe en qué momento la idea de sumar las fuerzas poéticas. Confieso que no disfruté ni supe de lo que ocurrió después de setiembre del 89 y hasta mediados del 90, que es cuando se gestó Noble Katerba, sino por los informes que me hacían llegar la irredimible fraternidad de Leoncio Luque, Iván Segura y el flaco Alan Morales.


Para entonces, me casaba y nacía mi primera hija. No podía pensar en nada sino en un tarro de leche en medio de los paquetazos de Alan García y el shock de Fujimori. Vender desayunos en La Parada, a las tres de la mañana, no le dejaba a uno muchas ganas de ir a “perder el tiempo” a la universidad, que ya había abandonado. Pero igual me daba mis saltos por el local de La Colmena e iba conociendo que las juntadas para ir a leer a uno y otro sitio se multiplicaban, que Parco invitaba a dejar todo e ir a Paracas a hacer poesía, que Gustavo Armijos iba persiguiendo a los jóvenes poetas para publicarlos sin darles un cobre ni decirles cuánto se llevaba por auspicios, que César Toro Montalvo quería que los poetas de la Villarreal leyeran siempre en la Garcilaso, que Rada salía con sus maratones poéticas en la de Lima, que el suplemento cultural de El Peruano nos abría las puertas para publicar algunos poemas.


Y fue entonces que se habló, en marzo del 2000, del nombrecito de marras para un recital en el BCR. Noble Katerba y un manifiesto innecesario en mi concepto, que alguien redactó (Pedro Perales creo) sin avisar más que a unos cuantos, y yo que me puse exquisito y les agué la fiesta porque eso sí era imitar. Así debió ocurrir, así ocurrió, da lo mismo.


Esta parte de la historia, como ven, la narro confusa porque confusos fueron esos días. Sé que estuve en las reuniones en las que se multiplicaban los proyectos, en las que se gestaban esperanzas y promesas. Sé también que fue en aquel año, 1990, que se nos ocurrió por única vez tratar de meternos a la política, tumbar a “los chunchos” aprovechando el cambio de gobierno, y que en eso seguimos a Luis Alarcón “Macha Cruda”, amigo y benefactor de los poetas, hasta que “los chunchos” nos explicaron a balazos que aquello no sería posible todavía (tendría que venir Fujimori con sus tanques y sus profes de San Marcos), nos impidieron inscribirnos y quedó en nada aquel Estigma Movimiento Cultural, que se trasformaría después, por obra y arte del nihilismo, en el Movimiento NADA: “Pásenme la N, pásenme la A, pásenme la D, pásenme la A, ¿qué dice? NADA, ¿más fuerte? NADA… NADA, NADA, NADA”, que no tuvo nunca ninguna explicación pues eso significaba: NADA.


Me niego a aceptar que Noble Katerba haya sido, como dicen algunos, nada más que un asunto coyuntural, pero tampoco puedo negar que aquellos que fuimos no somos los mismos y que, en gran medida, nunca tuvimos un horizonte claro respecto al papel que nos tocaba generacionalmente. Al fin y al cabo, ¿quién lo tiene en el momento preciso? Nos limitamos a ser, a tender puentes, a escribir, a sumergirnos sin dogmatismos políticos ni literarios en la función social de nuestra escritura y a la función literaria de nuestras vidas, sin demasiadas pretensiones. Y tomamos cada quien nuestro propio rumbo.


Esa es mi verdad, a grosso modo. No quiero avanzar un paso más, porque es historia conocida o mejor conocida que esta prehistoria que he traído a colación. Pero creí necesario ir atrás de lo que habitualmente se conoce sobre el movimiento poético de los 90. Ir atrás, a la gestación de las vivencias para entenderlas, para que los historiadores y literatos (como Ricardo Lagos), interesados en reconstruir lo sucedido y establecer si aquello pertenece a la historia o a la nebulosa de los siglos, sepan que detrás de documentos, publicaciones, libros y datos hubo carne, vida, sueños y frustraciones compartidas.

sábado, 22 de noviembre de 2008

CRONICA DE UNA REUNÓN INESPERADA


CRONICA DE UNA REUNÓN INESPERADA

Por: Leoncio Luque Ccota
1
Después de muchos mails, telefonazos, cruce de información, confirmación y reconfirmación, entre risas, los integrantes de Noble Katerba quedamos en reunirnos a las diez de la mañana, en la casa de Roxana Crisólogo, Malecón Cisneros, Miraflores, Lima, Perú, frente al mar de Grau y al monumento del Parque del Amor.Yo estaba preocupado de que a esta reunión asistiera la mayoría de los integrantes de NK; se comunicó a Gonzalo Málaga y Manuel Cadenas. Pasé por la casa de Pedro Perales muy temprano, para confirmar su participación. Llamé a Johnny Barbieri; quedamos en el Parque Kennedy de Miraflores; llegó puntual. Fuimos al encuentro de Roxana, nos perdimos, pero igual, llegamos a un edificio con la dirección en mano. Hicimos una llamada para confirmar. Una vez confirmado, subimos al quinto piso. Una amable Roxana nos acogió y nos presentó a su esposo. Pedro Perales estaba presente. Había llegado con antelación. Pasamos a una sala con vista al mar. Allí estaba Trilce, su hija. Comenzó la reunión, vimos lo que nos había convocado: el libro de Noble Katerba, una muestra de poemas, testimonios, biografías y bibliografías.En la reunión se habló sobre el proceso de la poesía peruana de los noventa, sobre los insultos y diatribas que aparecían colgados en las páginas virtuales. De la información sesgada que se daba conocer a través del Internet sobre el panorama de la poesía de los noventa. Sobre la construcción de componendas que se manejaba en las páginas culturales, para consagrar a los amigos y también de las antologías armadas, sin rigor poético ni criterio, que aparecieron en estos quince años.
Pero también de la importancia de definir la configuración del libro, a ser publicado por la Biblioteca Nacional de Perú, y del compromiso que se había adquirido con esta institución. Hablamos sobre la falta de tiempo de Iván Segura que enviaba sus mensajes y de esa cortedad para comunicarse con nosotros. Donde señalaba, eso sí, estar enterado de las conversaciones que se suscitaban a través del correo. Temas pendientes que se resolvería a través de Hablemos sin tapujo. Un debate que permitió y terminó por madurar la idea de publicar el libro de Noble Katerba motivo de esta nueva reunión postergada tantas veces y por años. Ya había pasado dos horas de reunión, cuando hizo su aparición sorpresiva Iván Segura, a quien suponíamos en Francia, más exactamente en Lyon. Roxana no sale de su asombro, e Iván, como si no hubiera pasado nada, saluda, y nosotros atinamos a abrazarle efusivamente. No habíamos advertido que unos minutos antes la hermana de Roxana había anunciado la llegada de Iván Segura. Roxana había dicho que Iván estaba en Francia, que era imposible.
2
Este encuentro inesperado no pasaría de ser una mera anécdota sino fuera porque Iván Segura es un poeta comprometido con la poesía y con el colectivo Noble Katerba, que durante estos quince años ha establecido un vínculo de afirmación poética a través de su estancia en Francia y su lealtad poética.A Iván Segura lo conocí a comienzo del año 1989, cuando aún era integrante activo del grupo Mural, de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Federico Villarreal, donde participaban Roxana Crisólogo, Gonzalo Málaga, Teddy Panitz, Armando Agüero, Raquel Alvarez y Milagros Lazo, en recitales de poesía. Con Iván, aún muy joven, de diecinueve años, establecí amistad muy especial y de mutua admiración, por su precocidad en la lectura de la poesía universal. Es a través de él que conocí ampliamente la poesía de Jorge E. Eielson. Siendo al mismo tiempo un nexo importante y vital que permitió establecer un contacto de unión libre para formar el colectivo Noble Katerba, que en principio se venía gestando con Neo Babel y Estigma, grupos poéticos de la Universidad Federico Villarreal.
3
Bosques de Formas: un libro de contemplación y búsqueda de sentido
Jorge Iván Segura, se descubre en este libro como "centro del sentido", aquel que construye su camino desde el centro de la contemplación; un mundo observable y observado. Poeta que se expande en el resquicio de las palabras sin miedo, y se rebusca en el sentido de la contemplación por medio de alguien "la boca de un dios/ que no es el hombre/ pero sí/ el nombre de Dios". Hay una reacción y búsqueda de relación con la contemplación y el sentido del cuerpo, a través de un bosque de imágenes, que permite recorrer y reconocer el mundo interior, como movimientos de antítesis, que se da en nuestra naturaleza donde el tiempo-espacio-tiempo-sentido-contemplación, se trasmite no solo a través de los paisajes que recorre la poesía de Iván Segura, sino por dos momentos: contemplación y reflexión poética que nos acerca a la vida terrena.Bosque de formas es un libro de sentido y contemplación que acontece alrededor del hombre, e interroga sin preguntar, pero observa "desde el fondo de un espejo/ la eternidad trocada en ojos", para saber, sobre los espacios que abarcan el "origen y término" de lo que nos rodea, haciéndonos reconocer, descubrir los elementos que la naturaleza nos da, con su historia y sus elemento de destrucción. Bosque de formas se presenta bajo un bosque de signos que nos dibuja imágenes de transformación permanente, de perecimiento, pero "contemplando (siempre) lo suyo lo mismo" desde aquello que desfila bajo las preguntas sin respuestas, para reconocerse y afirmarse en los "ojos de la realidad", que el poeta asume como suyos, y luego "esperar el sonido de la noche y al fin abrir nuestros brazos" en forma solidaria y aceptarlo todo "en ese hoyo profundo del fuego que perenniza" y que le da trascendencia a los seres dispersos.La destrucción a que apela Iván en sus imágenes, significa para mí una construcción de vida que "enriquece los nacimientos/ nacientes mariposas/que ya vuelan, que remontan a su lugar de inicio/ hacia donde tu visión de perfectible lince/es muerte de sabiduría o sabiduría/ rehaciéndose incesantemente". Es una destrucción que deviene en vida, una muerte que se viste después de una noche, en luz de vida; una eterna lucha de llamarada que se contempla en la reflexión.Su poesía camina sobre un camino de " tronco de vidrio irrompible", que se rompe solo para rehacerse nuevamente e iniciar el nacimiento de un nuevo ser que nace "dejando pasar la luz de la luna a tu rostro/ mientras tú sientes belleza". Ese goce de belleza que se siente y es irrompible, es lo que se siente cuando las imágenes de los poemas de este libro se apoderan de nuestra conciencia, sin importar lo que dice, sino lo que es, como prolongación de nuestra existencia.Bosque de formas es un libro de contemplación de vida, muerte y vida, que nos despierta vínculos con el entorno real e imaginario a través de esa experiencia, que "ahora camina entre ciénagas que todo te negaron/zonas que igualan tu conciencia en la conciencia de otros/admitiendo una búsqueda semejante a gloria o derrota". Un libro que a través de esa contemplación-poesía nos permite leer con sabiduría, las formas, las imágenes, los colores, la naturaleza que se eterniza en esta "presencia permanente", que es este libro y que "como libros que abren sus hojas al tiempo", avanza como esa oruga lamiendo los sentidos, la naturaleza muerta, orgánica, inorgánica en ese terreno "lleno de árboles que dan hacia el abismo." Pero que nos permite salvarnos de este abismo, a través de la poesía.Destrucción-amor-nacimiento-serenidad no es nada sin ese "centro del sentido" que Iván Segura nos lanza como salvavidas, al inicio de su Bosque de formas, para entender lo que es, su poesía. Un libro que se construye sobre un hilo conductor que es el sentido, recuerdos que se recrean en imágenes y vislumbran una relación de naturaleza-cosmos-cuerpo-sentido-contemplación. A través de ese yo poético, Iván observa un mundo orgánico e inorgánico que va más allá de nuestro entendimiento.
4
La caminata de Noble Katerba se inicia en los noventa en la poesía peruana y sus integrantes han marcada una huella poética que con el tiempo ha madurado en reflexión y madurez. Un camino amplio, gestado y construido, con esa experiencia colectiva de la que Iván Segura participa y hace conocer a través de su poemario Bosque de formas, que se publica en octubre de 1997 y sale a la luz en silencio, con intensidad propia de cada palabra impresa que "contempla y descubre" un mundo poético y camino particular.

jueves, 20 de noviembre de 2008

A propósito de Noble Katerba

A propósito de NOBLE KATERBA

UN SOLO NOMBRE PARA MUCHAS VOCES

Por Katty Trejos Torres.*


Durante la convulsionada década de los ochenta, los centros universitarios se convirtieron en verdaderas “fábricas de ideas”. Estaban los revolucionarios que con bandera roja en mano respondían a los difíciles tiempos con más violencia, pero también estaban los que respondía sólo con palabras…sólo con poesía. Es así que a finales de esta década se empezó a gestar en las aulas de la universidad Federico Villarreal uno de los grupos literarios que representaría a la presente década: Noble Katerba.

En el año 1986 un grupo de jóvenes ingresó a la facultad de educación de la mencionada universidad. Para entonces ninguno de ellos tenía la certeza de que sus destinos se iban a entrelazar tan fuertemente, pues no sólo compartieron la misma carrera y el mismo salón, sino también su pasión por la poesía, convirtiéndose para ellos en la forma de expresión más común y perfecta. En ella, volcaban todos los sentimientos de represión que les causaba ver su universidad politizada por el aprismo, así como también el vacío y la desesperanza que consumía a la mayoría de los jóvenes de su generación… Necesitaba expresarse y crearon un medio. Poco tiempo después de conocerse, tres de los jóvenes de dicha promoción, Johnny Barbieri, Leoncio Luque y Jaime Tejeda fundaron lo que sería después uno de los antecedente de Noble Katerba, el Círculo Literario Neo Babel, al cual se incorporaría luego Rodrigo Manrique, Alan Morales, Valentín Parco, Manuel Cadenas, José Gamboa, entre otros. Este numeroro grupo fue el motor que impulsó la actividad política de la Villarreal por esos años, con la organización de recitales y la publicación de una revista que llamaron “Estro”.“Soñador, vital e intransigente” así define Johnny Barbieri a Neo Babel, un grupo cuya presencia era necesaria ante la eminente decadencia del medio, que desde los años 80 había dejado de propagar la labor poética. Esta nueva generación que se inicia en los ochentas se propuso entonces reactivar dicha labor a través de recitales, publicaciones, conversatorios; etc. Leoncio Luque recuerda con nostalgia que la convivencia entre los miembros del grupo era muy estrecha. Compartían mucho tiempo juntos pues casi nadie trabajaba y todo el tiempo libre fuera de clases era para reunirse, conversar, leer a sus autores favoritos o simplemente ensayar sus poemas, “Eramos tan unidos que una vez Alan Morales propuso que vivíeramos juntos”, nos dice Leoncio jocosamente. Sin embargo, no todos continuaron por los caminos de la poesía, como es el caso de Wilmer castillo, un ex integrante que participó sólo en sus inicios y que era conocido por sus compañeros por su famosa frase que repetía en todos los recitales “ me busco y no me encuentro”. Este personaje fue quien propuso una original forma de financiar las publicaciones del grupo, por medio de la venta de informaciones referidas a cómo sacar un brevete o cómo llenar formularios de impuestos, sólo que para iniciar este negocio sus compañeros tenían que ayudarlo a limpiar uno de los puestos abandonados que estaba a lo largo de la vereda de la ex avenidas Colmena, en el centro de Lima, nadie dio fe a sus idea, sin embargo él se arriesgo y finalmente encontró su destino en ese proyecto.

Paralelamente a Neo Babel se había formado en esa misma promoción otro grupo poético, Estigma, al cual se sumaron después Manuel Cadenas, Alan Morales y Rodrigo Manrique. Este grupo tomó relevancia con la publicación de su plaqueta “La Cresta de Murelio” (1988) obra que evidenció el espíritu de los poetas de la presente década. El cambio, según Barbieri, de los esteretipos, los clisé y los gestos retóricos por la sensatez y la naturalidad, además de los despojos de toda preocupación por la trascendencia. Un año después de la aparición de esta plaqueta apareción un tercer grupo de poesía: “Mural” integrados por estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Villarreal. El nombre se debió a la peculiar forma de presentación que tuvieron los poemas, sobre un mural de yute, que se exhibía en medio del pátio centra de dicha universidad. Aquí se reunieron poetas como Roxana Crisólogo, Iván Segura, Milagros Lazo, Gonzalo Málaga, Armando Agüero, Raquel Alvarez, Teddy Panitz, entre otros.

Para el año 89 la Villarreal se había convertido en el centro de convergencia de varios grupos de poesía que compartían experiencias mutuas en recitales, conversatorios, concursos florales; etc. Los límites de los grupos se fueron desbordando y pronto los integrantes de Neo Babel iniciaron conversaciones con los demás grupos para fusionarse y crear un órganos común que los hiciera salir del ámbito universitario. Dichas expectativas dieron origen a la agrupación Noble Katerba, que resultó de la unión de Neo Babel, Estigma y Mural. También fue llamado a conformar este nuevo grupo Pedro Perales, un estudiante de la Facultad de Educación que por esos años dirigía “Sirka” un grupo cultural en esa facultad. La presentación oficial del grupo se realizó el 17 de abril de 1990, en el auditorio del banco Central de Reserva del Perú, pero pese a que los miembros del grupo Mural ya habían confirmado su integración al nuevo grupo, ese día asistieron como espectadores, pues sólo los integrantes de Neo Babel y Estigma junto a Pedro Perales, subieron al estrado para la presentación. Esto se debió a que para entonces el grupo Mural no se había integrado completamente a Noble Katerba y esto repercutió en el retraso de la primera publicación del grupo que salió recién en octubre de ese año.La primera revista contenía poemas de Johnny Barbieri y Roxana Crisólogo. Esta fue difundida gratuitamente con el diario “Pagina Libre”, gracias a la gestión de Valentín Parco, quien se encargo de la difusión de las revistas hasta el tercer número. Luego se retiro del grupo. Seis meses después publicaron su segundo revista con poemas de Manuel Cadenas y Pedro Perales. La tercera, salió en setiembre del año siguiente y reunió a los poetas Leoncio Luque y Alan Morales. Simultáneamente el grupo realizó varios recitales en Villarreal, uno de los más exitosos fue el que denominaron “Unión Libre”, donde participaron estudiantes de las universidades: San Marcos, Lima, Católica, San Martín, La Cantuta y Garcilaso de la Vega. La noche del 16 de junio de 1991 el auditorio principal de la universidad Villarreal, el Paraninfo, estuvo colmado de jóvenes que durante tres horas compartieron sus poesías.Para finales de ese año varios de los integrantes de Noble Katerba culminaron sus estudios universitarios. Este hecho produjo un cese de las publicaciones, ya que el cuarto número de la revista salió recién en noviembre de 1995 y llevó el nombre del recital más exitoso que realizaron. En este último número publicaron sus poemas Leoncio Luque, Johnny Barbieri, Iván Segura, Roxana Crisólogo, Gonzalo Málaga, Pedro Perales y Manuel Cadenas. El punto de reunión había sido principalmente la universidad, pero al egresar la mayoría de los integrantes del grupo, lo cambiaron por la silenciosa y modesta sala de la Biblioteca Municipal de San Luis, lugar donde trabaja Leoncio Luque. Desde aquí se realizaron varias actividades que contaron con el auspicio de la Municipalidad de San Luis. En 1992 realizaron la “Muestra de la Poesía actual” con motivo del XXVII aniversario de la creación política de dicho distrito. También, entre los meses de agosto y setiembre de 1998 organizaron el “Recital de Poesia Peruana Actual” que se desarrolló en seis fecha y contó con la participación de 21 poetas. Noble Katerba había demostrado en estos años un gran trabajo como equipo, pero en el fondo el sueño de todo poeta era publicar su propio libro, y pese a que casi todo los integrantes del grupo tienen libros inéditos, sólo cinco han podido publicar poemarios individuales: Johnny Barbieri fue el primero en hacerlo con “Branda y Mesón de los Pandos” en 1993. Luego leoncio Luque, Pedro Perales y Johnny Barbieri hicieron en 1997 una triple presentación de sus libros “Por la identidad de las Imágenes”, “Edades” y “El libro Azul”, respectivamente. Un año después Iván Segura nos entregaría su primer libro titulado “Bosque de Formas”. Y recientemente en este año Roxana Crisólogo publicó “Abajo sobre el cielo” y Johnny Barbieri “Maka”, su tercer libros.Hoy los Noble Katerbas no son más esos jóvenes soñadores que se reunían frecuentemente en la universidad para hablar de poesía. El trabajo, aquella labor que mantiene la humanidad de los poetas, los distanció. Johnny Barbieri se dedicaa la docencia al igual que Ivan Segura. Pedro Perales trabaja como referencista en la Biblioteca Nacional y Leoncio Luque continúa en la Biblioteca Municipal de San Luis. Roxana Crisólogo radica en Finlandia, Rodrigo Manrique en La Plata ( Argentina) y Raquel Alvarez en Madrid, y Manuel Cadenas y Alan Morales trabajan en una canal de televisión. Lo cierto es que aunque ya no están juntos ellos afirman que no dejaran de escribir. Atrás quedaron diez años de sus vidas y ahora quizás más reflexivos, quizás más maduros, intentan iniciar una nueva etapa como grupo. En la pequeña salita de la Biblioteca Municipal de San Luis, Leoncio Luque se reúne con los compañeros que quieren continuar realizando actividades en nombre del grupo, por lo pronto han anunciado para este año, un recital de fin de siglo que unirá nuevamente las voces de los Noble Katerba y para el próximo año una antología con sus más representativos poemas.


*Katty Trejos Torres. (Lima, 1975) Redactora de la Revista Nacional e Internacional de Literatura y Arte: OLANDINA. Licenciada en Ciencia de la Comunicación en la Universidad Nacional Federico Villarreal, realizó una breve mirada a la historia de Noble Katerba, por sus diez años de vigencia en la poesia peruana, en la Revista de OLANDINA N° 11 de fecha enero/ abril del 2000. Pag. WEB: www.cyberport.com.pe/poeta